En un mundo donde todos parecen hablar de “dietas”, “restricciones” o “comer limpio”, a veces olvidamos lo más importante: la comida no solo nutre el cuerpo, también alimenta el alma.

Comer bien no significa hacerlo perfecto, sino encontrar un punto de equilibrio entre cuidar tu salud y disfrutar los sabores que te hacen feliz.

En La Trigueña creemos que la buena alimentación también sabe a tradición, a familia y a momentos compartidos.

Comer es más que contar calorías

Durante mucho tiempo, se nos enseñó a ver la comida como algo que debía controlarse: cuántas calorías, cuántos gramos, cuántos “permitidos”.

Pero la verdad es que alimentarse es un acto cotidiano, natural y lleno de significado.

Cada platillo cuenta una historia. Una tostada con guacamole, unos chicharrines crujientes o unas tortillas recién hechas no solo llenan el estómago: nos conectan con nuestras raíces, con la gente que queremos y con nuestra propia cultura. Comer bien es escuchar a tu cuerpo y darle lo que necesita, sin caer en extremos.

El equilibrio está en la forma, no en la prohibición

No necesitas renunciar a tus antojitos favoritos para tener una vida saludable.

Se trata de saber combinar y elegir con inteligencia.

• Si vas a comer chicharrón, acompáñalo con nopal o salsa verde.
• Si disfrutas unas tostadas, agrega vegetales frescos o proteína.
• Si te encantan los chicharrines, come una porción moderada y disfruta su sabor sin culpa.

💡 El secreto no está en prohibirte, sino en equilibrar.

Cuando logras ese balance, la comida se convierte en una aliada, no en una fuente de culpa o ansiedad.

El placer también es parte de la salud

El bienestar no solo depende de lo que comes, sino de cómo lo disfrutas.

Comer con placer y sin remordimiento mejora la digestión, eleva tu ánimo y te ayuda a mantener una relación más sana con la comida. En lugar de etiquetar los alimentos como “buenos” o “malos”, piensa en frecuencia, cantidad y contexto.

Un antojito ocasional no define tu salud, pero sí puede alegrarte el día