A menudo, la ciencia moderna redescubre lo que las culturas ancestrales ya sabían. La dieta tradicional mexicana, basada en ingredientes simples como el maíz, frijol, chile y calabaza, no es solo deliciosa, sino también un ejemplo de nutrición completa y equilibrada. Esta sabiduría ancestral, transmitida de generación en generación, se alinea perfectamente con los conocimientos nutricionales actuales que promueven una alimentación rica en fibra, vitaminas y minerales.   

El Maíz: Un Pilar Nutricional  

El maíz es el corazón de la dieta mexicana y un verdadero superalimento. Gracias a la nixtamalización, un proceso ancestral que eleva su valor nutricional, la tortilla y la tostada no solo son una fuente de energía, sino que también nos aportan calcio y fibra dietética. La fibra es esencial para una buena digestión, mientras que el calcio es vital para la salud de nuestros huesos. Además, el maíz es rico en vitaminas del grupo B y antioxidantes, que contribuyen a mantener nuestro cuerpo sano y lleno de vitalidad. 

El Poder del "Plato del Buen Comer"  ​

El maíz era un elemento indispensable en las ofrendas y rituales. Las mazorcas, especialmente las de colores vibrantes, se colocaban en los altares como símbolo de abundancia y fertilidad. El tamal era una ofrenda ceremonial por excelencia, ya que la masa de maíz envuelta era considerada una representación del cuerpo humano envuelto en la tierra.

Estas ceremonias no solo buscaban asegurar la prosperidad agrícola, sino también mantener el equilibrio del universo. La danza, la música y las ofrendas de comida eran formas de agradecer a los dioses por el regalo del maíz y pedir su protección.